The Names, serie de 9 números escrita por Peter Milligan y Leandro Fernandez.
Es del bien nacido, saber que Peter Milligan es un
desobediente. Si escribe superhéroes, tienen que ser lo peor. Si se mete en
fregados existencialistas, tiene que ser sucio que te cagas y atacar en
momentos precisos sin ambigüedades y florituras. No voy a decir que sea mi
guionista favorito (ese puesto se lo guardo a Alan Moore, por mucho que la
gente predique que chochea y molesta (¡bien por él!)) pero Milligan se
encuentra en una posición donde lo que hace importa y deja de importar al mismo
tiempo. ¿Qué quiero decir? ¡A mi que me cuentas! Buscate tu propia opinión. Es
un gran paso para ti.
The Names es una maxi-serie (¿se me nota mucho la edad?)
donde el guionista mete las zarpas en el opaco e indescifrable mundo de las
finanzas. Siguiendo un tópico conspiranoico muy manido, está controlado por una
élite de mandamases superchungos que hacen y deshacen, matan y elevan a lo más
alto a la gente que más le interesa. Ya noto como vuestras mandíbulas se
relajan y se propicia el bostezo en vuestros rasgos faciales. Si esto es asi,
no es por nada, pero sois unos cuchicuchis de la crïtica socio-economica (como diría
Betty Marmol al Pablo de sus amores). Yo soy mas como Bang-Bang que le da con
el palo a lo que sea, excepto a Peebles que es el amor de sus amores, y me
parece que esta lectura, manida sí pero no falta de razones, sirve para
entender las mierdangas sin sentido que nos pasan a nivel macro-económico. No
digo que haya gente que lo sepa y deje que pase por interés, sino gente que lo
intuye y no sabe que hacer para que no pase. Un caos a nivel global donde über
cirujanos económicos meten el bisturí y cosen donde pueden para que todo llegue
al termino donde salgan ellos más beneficiados.
La puta basura es que en este tebeo nos encontramos una
viuda joven, una supuesta cazafortunas que intenta aclarar la muerte de su
supuesto marido por conveniencia y se une a su hijastro, un tio
superinteligente y que no para de pelársela con fotos de ella, que, encima , la
odia por considerarla lo que hemos dicho antes, una cazafortunas sin ética ni
nada. Juntos descubren que nada es lo que parece y que las conspiraciones
descubren mas misterios y refutan mas mentiras de lo que pareciera o pareciese
(siempre me ha encanta usar esta figura).
Gracias a Leandro Fernandez he descubierto que no todos los
Leandros son niños obesos sin cuello que suspenden todas las asignaturas.
También pueden ser dibujantes cuya capacidad de estilizar su manera de ver el
mundo y el uso de la luz y las sombras y el movimiento, te deja clavado en el
asiento de lectura. Fernandez y Milligan rompen la pana en un thriller que
puede que no cambien tu vida pero para eso estas tú, que eres el que la tienes
que cambiar, so vago.